La Fundación Profesor Dr. Rodolfo M. Perotti me ha confiado el honor de dirigirme a Uds. en ocasión de la entrega por vez primera del Premio “Beca de Perfeccionamiento” otorgado por la misma. Nunca un marco más adecuado que el de esta vieja casa para tal fin. A la satisfacción de cumplir con el objetivo de colaborar al desarrollo técnico de un joven y ya fogueado colega, se agrega para quien les habla la cuota de nostalgia de volver a la Facultad que lo formara profesionalmente y la profunda emoción de recordar a quien fuera su mentor y maestro.
La Fundación es una institución gestada en el año 2001 a iniciativa de los hijos del Dr. Perotti, Elena y Rodolfo, veterinarios ambos y mis amigos desde hace largo tiempo. Ellos, junto con sus propios hijos han realizado el aporte material que asegura la total autonomía e independencia de criterio de esta institución, habiendo cedido asimismo un lugar físico y el apoyo logístico para que la Fundación lleve adelante su noble tarea de rememorar la trayectoria profesional, docente y académica del Dr. Perotti. A tal efecto hemos contado con el invalorable acompañamiento de ex alumnos, colegas y amigos del viejo profesor para integrar los cuadros de la Fundación y el apoyo solidario de personas y organismos a quienes acudiéramos para dar más alcance a los objetivos de la misma.
Esta institución estimula ese recuerdo instaurando cada dos años un premio para veterinarios de nuestro país con orientación avícola, uno de ellos dedicado a aquellos con una larga y destacada trayectoria en la especialidad – denominado Premio “Al Mérito”-, y otro, como en el caso que hoy nos reúne, denominado Premio “Beca de Perfeccionamiento”, creado como aliciente para que jóvenes colegas con manifiesta vocación por el quehacer avícola puedan ampliar su horizonte técnico en esta especialidad.
Ya en Abril del año 2002, dentro de la conflictiva situación socioeconómica que vivía el país y con la premura y limitada experiencia propia de una entidad recién formada, tuvimos la satisfacción de realizar exitosamente en el ámbito de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria la primer entrega del “Premio al Mérito”, que confiamos repetir en el año 2006. Vaya pues nuestro sincero agradecimiento a los integrantes de aquella institución, como así también a los de la Sociedad de Medicina Veterinaria, entidades todas en que participara el Dr. Perotti y que muy generosamente nos han abierto sus puertas, alentando y difundiendo el accionar de la Fundación.
Esta Fundación valora debidamente el particular interés demostrado por las autoridades de esta alta casa de estudios en ocasión de la entrega de este premio, seguramente recordando que lleva el nombre del creador, en esta Facultad, de la primera cátedra universitaria del país dedicada con exclusividad a la producción avícola, y que en sus muchos años de brillante labor docente constituyo un hito de referencia para el engrandecimiento del nivel académico de la misma.
Corresponde también destacar la colaboración desinteresada de las dos organizaciones de veterinarios avícolas del país, integrantes del Grupo de Trabajo Avícola y de AMEVEA, a quienes en su momento solicitamos “ayuda para poder ayudar”, y que gustosos han puesto el hombro para acompañarnos en este emprendimiento.
Y ya que de gratitudes estamos hablando, cabe señalar la encomiable labor de los Jurados actuantes en oportunidad de este Premio, la Profesora Dra. Estela Grillo, docente de la materia en esta Facultad y los Dres. Marcelo Damiani y Mateo Delamer. No solo ya por su elección, que entendemos no ha sido tarea fácil habida cuenta de los méritos de los trece candidatos a este Premio, si no también por la ecuanimidad con que han llevado a cabo su cometido, que les ha tomado horas de cuidadoso análisis de antecedentes, y que culminaron en largas entrevistas personales con aquellos postulantes preseleccionados. Horas sacrificadas al trabajo, al descanso, a la familia, pero seguramente con la satisfacción de haber contribuido cabalmente a la concreción de una obra de bien.
La decisión unánime del Jurado ha seleccionado finalmente al Dr. Zonco Menghini como recipiendiario del Premio “Beca de Perfeccionamiento” 2004. Confieso que acabo de conocer personalmente recién al colega, pero sé de sus valores a través de su amplio curriculum y cabe detenerse en los antecedentes del mismo. Ha tenido una muy temprana formación práctica en la especialidad, dado que sus padres han sido productores avícolas. Nacido en Bahía Blanca, es egresado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Centro de la Pcia. de Bs. As. con promedio sobresaliente. Casi inmediatamente se integra al cuerpo de profesionales de Supermercados Toledo de Mar del Plata en el año 1999, realizando inicialmente un periodo de entrenamiento por todos los sectores de producción avícola del citado establecimiento, luego de lo cual, y hasta el momento, y con solo 31 años, se desempeña ya como responsable de distintas áreas de la producción de parrilleros y ponedoras.
La dura realidad del mundo actual, a veces despersonalizado, otras veces cínicamente materialista, nos confronta diariamente con principios claudicantes, facilismos fronterizos con la amoralidad, egos desbordados, olvidos mezquinos. Creo firmemente que en esa atmósfera enrarecida, los recuerdos que avivan el afecto y el respeto representan una bocanada de aire fresco para aquellos que, como muchos de los aquí presentes, tenemos una deuda de gratitud con nuestros maestros. Resulta pues importante, tanto más dentro de este ámbito universitario, rescatar los valores de aquellos que, al irse, lo hicieron dejando con su ejemplo una impronta imborrable entre discípulos, colegas, colaboradores y amigos.
En una larga relación con el Dr. Perotti he tenido la suerte de haber pasado en tiempo y forma por cada una de estas categorías: comencé la carrera docente en su cátedra como ayudante alumno, colabore con él por algunos años en distintas empresas y, a pesar de nuestra mutua parquedad en la expresión de afectos, entiendo que llegue a ser su amigo. Pero hoy quisiera recordar al profesor desde la óptica de uno más de sus tantos alumnos.
Conocí como profesor al Dr. Perotti al cursar en el año 1959 su materia, que por entonces correspondía al tercer año del plan de estudios. Y tengo que reconocer con pudor que, en mi caso y hasta ese momento, jamás me habían interesado las plumas, propias de animales menores y, en mi total ignorancia, poco relevantes frente a la trascendencia y la majestuosidad de las especies mayores.
Curiosamente y a pesar que las clases se dictaban los días sábado, no era fácil encontrar espacios vacíos en el estrecho lugar destinado a la Cátedra por aquellas épocas (tal vez algunos memoriosos aun recuerden el lóbrego semisótano en el que años después se instalara el fotógrafo de la Facultad). Evidentemente, algo debía haber que concitaba tanto interés por escuchar clases teóricas, de asistencia no obligatoria y que finalizaban bien entrada la tarde. Y vaya que lo había...
Había una Cátedra sobresaliente aun en épocas en que durante el Decanato del Dr. Constantino Brandariz, a cuya memoria quiero elevar hoy mi sentido homenaje, se había logrado integrar un cuerpo de profesores de una jerarquía poco común. Bastaría recordar los nombres de Durrieu, Del Pratto, Toso, Guichandut, Gury Dohmen, Boero, Manzullo y de otros tantos que escapan ahora a mi memoria, para dar una dimensión cabal del nivel de excelencia docente y académica alcanzado por la Facultad en aquel periodo.
Y en aquella Cátedra sobresaliente había todo un Señor Profesor. Con un señorío no exento de una contenida afabilidad, en épocas en que el “muchachismo” aun no se conocía.
Alguien que, desde su labor profesional y docente, supo vislumbrar como nadie los sucesos y desarrollos futuros en el campo de la producción avícola, plantando así por primera vez las bases para la inserción de nuestra carrera en la misma.
Alguien que, con amplitud en sus conocimientos y una brillantez poco común en sus exposiciones, se permitía abordar los temas más complejos y hacerlos no solo ya comprensibles si no también interesantes, despertando vocaciones hasta ese momento desconocidas.
Alguien permanentemente dispuesto a compartir su saber sin retaceos, sin egoísmos, atento siempre a la consulta o al consejo desinteresado durante aquellas largas charlas informales a que pacientemente se prestaba después de clase. Y que seguramente significaron horarios de trenes postergados, momentos robados al hogar y al afecto de esposa e hijos, a quienes quería entrañablemente.
Alguien que llevo a sus alumnos a descubrir y comprender el concepto de integralidad en la dinámica de una nueva Zootecnia, previendo el inminente desafío que para nuestra profesión significaría poder aunar en un todo, no solo ya lo meramente sanitario, sino conciliándolo racionalmente con el potencial del sustrato genético, la calidad del plano nutricional y el manejo sensible del medio ambiente en que se desenvuelve la explotación de una especie sin parangón en cuanto a su eficiencia productiva.
Alguien que supo establecer una sólida relación entre Cátedra e Industria, permitiendo así que muchas camadas de estudiantes se asomaran a la complejidad de una explotación altamente tecnificada y en permanente cambio. Relación esta que, con el tiempo, facilitó que muchos de nosotros, ya graduados, fuéramos aceptados para realizar - o quizás perpetrar- nuestras primeras incursiones como veterinarios avícolas, con el sólo aval de haber pasado por las aulas del Doctor Perotti.
Alguien a quien su condición de catedrático jamás fue obstáculo que le impidiera ensuciarse el calzado recorriendo galpones de pollos y gallinas, señalando falencias y aciertos, para beneficio de productores y ejemplo de sus discípulos.
Y alguien, al fin, que en su modestia sin afectaciones y en oportunidad de dejar la Facultad después de 25 años de labor ininterrumpida como docente titular de la materia y acceder al nombramiento de Profesor Emérito, solo rescataba como mérito propio – y cito textualmente sus palabras - “haber logrado, dentro y fuera de la Facultad, mantener la libertad académica y el señorío de la Catedra” y que quizás por tal logro, los avatares políticos del país y de la Universidad nunca llegaron a cuestionar la libertad de movimientos de esta Cátedra ni la independencia de juicio de sus integrantes.
Es un hermoso mensaje de despedida, tan digno ayer como vigente hoy para generaciones actuales y venideras de docentes universitarios.
Sras., Sres., colegas, amigos. Es habitual asociar los actos filantrópicos con los gestos desinteresados. El espíritu con que esta Fundación fuera creada debe ser considerado filantrópico en cuanto se refiere al sano deseo de cooperar con nuestros pares, nuestros colegas. Pero, al mismo tiempo, esta sumamente interesada en recordar a quienes se han destacado en la especialidad, y tanto más en apuntalar activamente la formación técnica e intelectual de aquellos jóvenes profesionales que, como el Dr. Zonco Menghini, estén decididos a seguir ese difícil camino del rigor científico, la permanente búsqueda de la excelencia profesional y sobre todo el enconado apego a las actitudes éticas que fueran paradigmas todos en la vida del Dr. Perotti.
Muchas gracias.
Discurso Dr. Zonco Menghini.
Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de La Plata, Dr. Eduardo Rafael Pons; Sres. Presidente y Vice de la Fundación, Dres. Rodolfo y Elena Perotti; demás miembros y asesores de la Fundación; Sres. Miembros del Jurado; Autoridades de distintas instituciones, amigos, familiares, sras. y sres.
Quisiera comenzar hablando del Dr. Rodolfo Perotti, quien como todos saben, fue un pionero de la avicultura industrial en nuestro país y fundador de la primer Cátedra de Ciencias Avícolas a nivel Universitario. No soy la persona más indicada para explayarme hablando sobre la trayectoria del Dr. Perotti, pero si estoy en condiciones de decir, que tengo el honor de conocer a algunos de sus discípulos, quienes honran su memoria, realzan y dignifican su labor, vocación pedagógica y valores morales. Debe ser un gran orgullo para sus hijos ver muchos frutos de las cepas sembradas por su padre.
Es un honor que haya recaído en mí la responsabilidad de intentar cristalizar los esfuerzos de la Fundación en profundizar el estudio y desarrollo de la avicultura, deseando honrar el nombre del Dr. Perotti, esperando ser en un futuro un discípulo adoptivo de su obra.
Mis padres se dedicaron por más de 20 años a la producción avícola, por lo tanto desde chico estuve en contacto con la actividad. Familiarmente la avicultura nos dio muchos momentos lindos como también otros sinsabores, cuando mis padres tuvieron que abandonar la actividad por razones económicas, sabor amargo que se percibe cuando uno tiene que dejar algo a lo cual se dedicó durante tanto tiempo. Diez años después, cuando me recibí y tuve la posibilidad de regresar a la avicultura fue como un volver a empezar y un regreso a los orígenes. Por todo esto, al recibir este premio siento que es un reconocimiento a mis padres quienes se esforzaron tanto para que mi hermana y yo pudiéramos estudiar.
Al iniciarme profesionalmente en la avicultura tuve el privilegio de hacerlo junto a Carlos Giardinelli y Alejandro Beretta, dos personas cuya calidad humana y generosidad profesional me facilitaron enormemente hacer mis primeras armas en la actividad. Quiero rescatar la hospitalidad que encontré en el ámbito avícola, gran parte de los integrantes están presentes y para quienes agradezco el lugar que nos dan a quienes recién nos iniciamos en la actividad.
Quiero mencionar a la Empresa Supermercados Toledo, a la cual pertenezco, por fomentar el aprendizaje y capacitación permanente y sin cuyo aval me hubiese sido imposible concursar por esta beca. Asimismo, referirme a todos mis compañeros y ámbito de trabajo en donde a pesar de las dificultades de la tarea diaria, se respira un aire de gran camaradería y cordialidad.
Me siento en deuda con gran parte de los presentes y es una sensación muy linda intentar saldar la deuda con el compromiso moral de hacer extensivos a otras personas todo lo que ustedes me brindaron y lo que uno pueda aprender. Es una ambición personal poder en unos años estar sus lugares viendo como a alguien se le da una oportunidad como esta, de la cual muchos de ustedes son los gestores.
Como conclusión de agradecimientos quiero hacerlo con mi esposa Gabriela, por su respaldo y colaboración en este proyecto, a pesar de que esto pueda significar menor tiempo para compartir con ella y con mi hija María Paz, quien sin entender lo que sucede, son junto a su madre mi inspiración en todo emprendimiento.